Por Eduardo Travieso Itriago
El almacenamiento en la nube enfrenta una erosión de valor: subida de precios, reducción de espacio gratuito y riesgos crecientes para la privacidad. La preocupación se intensifica ante la posibilidad de que el contenido de los usuarios se utilice para entrenar modelos de Inteligencia Artificial, un riesgo ya documentado en los términos de servicio de varias plataformas.
Ante este panorama, el dispositivo NAS (Network Attached Storage) emerge como la alternativa centralizada. Un NAS se conecta a la red local y actúa como una nube personal, permitiendo a los usuarios almacenar, compartir y realizar copias de seguridad de forma automática. La principal ventaja es el control total y exclusivo sobre los datos, eliminando las cuotas de suscripción.
La popularidad de los NAS en el hogar refleja una tendencia más amplia que también afecta al sector empresarial: la búsqueda de la soberanía de los datos. Este movimiento representa un regreso al modelo original de la informática, donde la información se gestionaba y controlaba internamente, reduciendo la dependencia de terceros con intereses potencialmente divergentes.
Adoptar una solución local conlleva una mayor responsabilidad en la gestión y protección de los activos digitales. Por ello, la selección del NAS debe ser una decisión bien informada para garantizar una seguridad comparable a la de los servicios que reemplaza.
Al elegir un NAS, es crucial evaluar las siguientes características:
Seguridad y Cifrado: El dispositivo debe ofrecer cifrado de datos robusto (tanto en reposo como en tránsito) y requerir métodos de autenticación fuerte, como el doble factor o Passkeys.
Redundancia de Datos: Es fundamental optar por modelos con dos o más bahías que permitan configuraciones RAID, proporcionando protección contra el fallo de un disco.
Gestión de Copias de Seguridad: El sistema debe ofrecer opciones de backup automatizadas y sencillas de configurar, con la recomendación de usar una ubicación o disco de respaldo independiente.
Eficiencia Energética: Considerar el consumo a largo plazo. Las funciones de planificación de encendido y apagado son beneficiosas tanto para reducir costes como para la seguridad.
Usabilidad: La sencillez del sistema garantiza su correcto y continuo uso. Un sistema complejo es una vulnerabilidad potencial.
En última instancia, el valor del NAS no reside solo en el hardware, sino en el conocimiento adquirido para gestionar y proteger los datos de manera efectiva.
Por Eduardo Travieso Itriago
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